
Es muy simple y sencilla,
solo hay que ser bien organizado y mantener la calma ante todo. Muchos principiantes no se encuentran realmente preparados al momento de iniciarse; inseguridades, miedos o falta de imaginación (bien puede ser falta de confianza en la propia mente y sus limites y temor a no volver a ver las cosas de la misma manera). La clave es tener bien presente que las modificaciones rutinarias que uno se prepara para vivir son sumamente benéficas, pero que la seguridad en pretender un cambio positivo y sin consecuencias depende de uno mismo y de sus propias certezas. Una vez firmes ante esto y preparados para emprender un viaje sin limites lleno de fantásticas vivencias, solo nos relajamos, inspiramos lentamente…fffff…exhalamos. Las nubes de verde humo comienzan a flotar entre destellos…
Luces son la primera etapa de experimentación.
Inexplicables, débiles, tintineantes, fugaces o cegadoras;
todo depende del estado de concentración en el que uno se encuentre. La combinación de las mismas a lo largo de los minutos que transcurren son lo mas frecuente, pero no podemos descartar la posibilidad de encontrarnos
con destellos débiles que se repiten aumentando su calidez, las luces fugaces que pasan una y otra vez delante de nuestros ojos, algunas casi nos rozan y podemos sentir su velocidad o la presencia de un constante rayo de luz que nos apunta directamente y que nos cuesta dejar de mirar. Cualquiera sea el caso, es la etapa inicial.
Es el principio que nos devela de a poco sus maravillas y sus delirantes apariciones.
Varios minutos al día aseguran una performance exitosa, si es que queremos adquirir la nueva visión pronto y cuanto antes.
Es difícil reconocer después a lo largo de los días cuando es que estas luces nos deleitan por concentración o por repetición de recuerdos, pero lo cierto es que se harán presentes en uno cada vez con mas frecuencia y facilidad.
En casos elevados y de almas entregadas las visiones de luces pueden ser permanentes día y noche y la capacidad de regular sus motivos se maneja a voluntad. No esta de más agregar que en la plenitud de las praderas
la vida gira en base a ellas y sus colores e intensidades, que el alma se regocija en sus cascadas de resplandor, y que los ponis tienen una atracción innata por perseguirlas.
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